La decimoctava
tan insípida
e indolora.
No era esa
la utopía
que a la sexta
iluminaba
el patio trasero de la casa.
Palpita todavía,
despacito todavía...
antes de la
vigésima cuarta
hora del día.
Y sin embargo,
cantará tres veces un gallo
antes de otro amanecer.
Wow.
ResponderEliminarSaludos!
Eliminar